La mala o poca
alimentación y la desnutrición en la infancia afectan el comportamiento y el
rendimiento escolar durante toda su etapa de crecimiento. Estudios de diversos
orígenes así lo han demostrado.
En la
Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos)
determinaron que los niños mal alimentados son propensos a tener dificultad de
aprendizaje y problemas de actitud, que se ven reflejados en irritabilidad,
agresividad, dificultad de comprensión y falta de interés.
No en vano los
expertos consideran que la fórmula nutrición-desarrollo mental tiene, en la mayoría
de casos, una relación directamente proporcional con el desempeño académico del
niño en su etapa escolar.
Inclusive, sin
ser concluyente -cuenta Zulema Jiménez, coordinadora de nutrición y lactancia
de la Secretaría de Salud de Bogotá-, en las escuelas del Distrito se ha
evidenciado cómo niños mal nutridos son más dispersos y agresivos ante sus
compañeritos de clase, que aquellos que están nutridos, quienes además, en
promedio, son mejores estudiantes.
Esto
ocurre porque en esa fase de desarrollo las neuronas requieren un gran volumen
de proteínas y nutrientes que están en los alimentos, los cuales ayudan a
construir todas las sustancias neurotransmisoras que permiten la interconexión
entre las células nerviosas del cerebro, dice Jiménez.
El
asunto se torna aún más delicado toda vez que, de acuerdo con un documento del
Banco Mundial escrito por el médico Reynaldo Martorel, los efectos de la
desnutrición en la primera infancia (0 a 8 años) pueden ser devastadores y
duraderos. Además, esta impide el desarrollo conductual y cognitivo y afecta el
rendimiento escolar y la salud reproductiva, debilitando así la futura
productividad en el trabajo.
En
ese sentido, Ingrid Vargas, nutricionista del Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar (Icbf), explica que es poco probable que un adulto que haya tenido
mala alimentación durante la infancia logre superar las deficiencias de
concentración, desempeño y rendimiento intelectual.
La
deficiencia de hierro (presente en la leche materna, carnes, pescados, lácteos,
cereales enriquecidos, yema de huevo y queso), proteínas y otros nutrientes
durante el crecimiento de los niños, disminuye su atención, capacidad de
memoria y aprendizaje. Estos elementos son fundamentales para el desarrollo
mental, al igual que los micronutrientes presentes en las frutas y hortalizas,
explica Jiménez. Otro
factor que merma el desempeño del niño desnutrido es la falta de vitamina A
(frutas y hortalizas).
Octavio
Villamarín Abril, secretario para el Desarrollo Social de Cundinamarca, y uno
de los promotores de la creación de la Asociación Colombiana de Alimentación
Escolar, explica cómo en su departamento han detectado menores desnutridos que
tienen problemas de visión por deficiencia de vitaminas. A muchos se les
descubrió el problema físico por sus bajos rendimiento y su falta de atención
en las aulas.
La
desnutrición ocasiona bajo peso y baja talla con relación a la edad. También
afecta el sistema inmunológico, haciéndolo más vulnerable a las enfermedades infecciosas,
agrega Vargas.
Esta
situación -añade Jiménez- es una de las mayores causas de ausentismo escolar.
El
desayuno es clave.
En
esa relación nutrición-desarrollo mental, los expertos coinciden en el papel
preponderante del desayuno tanto en el rendimiento académico como en la
interacción social de los niños durante su vida escolar.
De
hecho -afirma Jiménez-, la capacidad de atención, de concentración, de
socialización y de apertura ante la carga académica depende en gran medida del
nivel de energía que el menor tenga en la jornada escolar. Esto lo proporciona
el primer alimento del día.
La
nutricionista de la Universidad Javeriana Luz Karime Halaby agrega que en el
desayuno el niño recibe una cantidad de nutrientes que generalmente no están en
otros alimentos.
Además,
para estar alerta el cerebro requiere la energía que provee la glucosa, que
durante el sueño se mantiene estable, pero al iniciar la actividad del día,
baja -asegura Halaby-. Es allí donde el desayuno juega un papel sustancial en
la nueva carga de baterías.
De
ese desayuno dependen el rendimiento, la capacidad de concentración y de
análisis. En consecuencia, debe ser nutritivo y balanceado, dice Villamarín.
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